De hecho, elegí mi parroquia de origen para mi ordenación, porque nunca ha organizado una ordenación desde que se estableció hace cuarenta años. Muchas personas en mi círculo nunca han experimentado tal evento. Por eso insistí en ordenarme en mi parroquia, para animar a los jóvenes de mi parroquia a comprometerse en el seguimiento de Cristo en el sacerdocio. Diré nuevamente que fue un momento muy importante en mi vida y en la de mi parroquia, ya que todos los cristianos nos movilizamos para terminar la obra en la parroquia aún en construcción, pudimos ver a los coristas, danzantes, lectores y todos los feligreses, incluida mi familia, hacer todo lo posible para prepararse bien para este evento sin precedentes. Para mí fue como un sueño hecho realidad. Siempre soñé con ser sacerdote desde que era niño. Y el Señor escuchó mi oración, me hizo su sacerdote. ¡Toda la gloria para él! Al ver a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas, amigos y familiares que han venido de todas partes del mundo y de nuestro país por mí, reconozco que Dios me ama a pesar de mis infidelidades.
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